domingo, 26 de febrero de 2012

El trabajo de la educadora y de los niños en nivel preescolar

                                                                   ¨Un maestro de excelencia es aquél que no solo enseña,
sino que aprende continuamente,
es un profesional del conocimiento
obligado a la evolución”
Pablo Latapí Sarre

El presente trabajo tiene como objetivo dar a conocer algunas características del trabajo que debe realizar la educadora con los niños y padres de familia, para cumplir con los propósitos pedagógicos y sociales que promete la educación preescolar; mediante la conjunción de esfuerzos escuela-sociedad. 
Así mismo se destaca el papel del niño como principal activo dentro del proceso educativo, el cual aprende y se desarrolla de acuerdo a las experiencias escolares y familiares que se le brindan durante su crecimiento y formación como individuo participe de una sociedad.

La Educadora
            El maestro es el recurso más caro e importante de la clase, por lo cual, sus deberes profesionales respecto al desarrollo personal y social del niño deben ser claros y tomados en cuenta dentro del proceso de aprendizaje. 
La educadora debe poseer conocimientos de sus alumnos, estar informada y actualizada respecto al desarrollo físico del niño o nivel de maduración por el que atraviesa, para poder dirigir su pensamiento y para que las actividades que ponga en práctica los lleven a la reflexión y generen un aprendizaje significativo, pues las actividades demasiado fáciles resultan aburridas y no generan un reto cognitivo y por el contrario las actividades demasiado difíciles pueden bloquear el aprendizaje del niño.
Debe evaluar y registrar el desarrollo y los avances individuales de sus alumnos; observarlos e interpretar su conducta, para promover el progreso y bienestar físico, mental y afectivo de los niños. Además de tener conocimiento del programa con el que trabaja, de los campos formativos a favorecer en los niños, y poseer conocimiento y dominio de los temas que aborda en clase. 
El trabajo de la educadora consiste en planificar y preparar las actividades y las clases. Para la planificación de dichas actividades debe tener claro el propósito o la intención de lo que se quiere lograr en el niño, deben atender a las capacidades, habilidades y necesidades del grupo; conocer los gustos e intereses de los niños para la selección de temas a abordar, ya que los niños se muestran más interesados y seguros con temas relacionados con su vida cotidiana; tal como la conversación en torno a un objeto traído de casa, los animales, algún hecho de actualidad, hechos o vivencias acaecidas en el grupo, etc.; también se debe tomar en cuenta las experiencias individuales, que dependen del contexto en el que se desarrolla el niño, con lo cual atenderá a la diversidad al contemplar que todos los niños son distintos, que poseen conocimientos diferentes de acuerdo a las experiencias y prácticas educativas que traen de casa y que aunque atraviesan por la misma etapa, sus capacidades se potencializan de modo distinto. 
            La educadora debe enriquecer y complejizar el conocimiento que ya poseen los niños y  sus actividades deben estar enfocadas a lo que ellos quieren conocer y no solo a lo que ella quiere enseñar, las cuáles, tienen que ser atractivas e interesantes, considerando el uso de materiales didácticos, Joan Dean menciona: “La utilización de materiales en actividades hace más fácil el aprendizaje, cuando éste forma parte de una estructura general y quién aprende puede ver donde encaja el nuevo fragmento de aprendizaje” (1993; p.p. 62). Los materiales pueden ser fabricados o provenientes del entorno natural como semillas, piedras, hojas, etc., ya que son fuente inagotable de experiencias y aprendizajes; pero deben cumplir con un propósito pedagógico, además de ser seguros, sólidos, adecuados, atractivos, estimulantes y variados; Galleano Ortega menciona: “Los materiales didácticos generan descubrimientos, desarrollan habilidades, promueven aprendizajes y favorecen la socialización” (1998; p.p. 103). 
            Así mismo, se debe considerar el espacio que se utilizará, el cual debe ser amplio, seguro, adecuado a las actividades y que le permitan al niño la libertad de movimiento para el desarrollo de sus capacidades motrices, intelectuales y afectivas. La  organización del espacio donde trabajará el niño, la disposición de materiales y la distribución del tiempo facilitará u obstaculizará las interacciones, relaciones y vivencias, ya que funciona como agente educativo en el proceso de enseñanza-aprendizaje; Marisa del Carmen señala: “Se debe dar la oportunidad de explorar los espacios, objetos y materiales, que constituyen sin duda, una intensa influencia en la conducta y desarrollo de los niños” (1998; p.p.32).
Entre las capacidades que debe poseer la educadora, se encuentran: el ser flexible, paciente, creativa, observadora, atenta, disponible a escuchar, generadora de propuestas variadas y significativas para hacer crecer al niño, permitiéndole que se equivoque y  ampliando el desarrollo de sus posibilidades, generando condiciones que lo estimulen. Carmen Martí explica: “Se debe impulsar a los niños en su aprendizaje a partir del punto en el que se hallan, mediante un proceso de ensayo error” (1997; pp. 29). Así mismo debe poseer ciertas habilidades comunicativas para establecer adecuadas conversaciones con los niños y promover en ellos su desarrollo lingüístico y cognitivo, por medio de preguntas que motiven a los niños a la reflexión, desafiándolos intelectualmente, alentándolos a que ellos pregunten, guiando su participación, brindándoles la oportunidad de expresar ideas y sentimientos, alentándolos a que participen para emitir juicios u opiniones, propiciando situaciones de dialogo ente ellos, valorando sus dudas e inquietudes y respondiendo a éstas. Gonzales Cuberes explica: “El papel de la educadora debe de propiciar la estimulación de expresión de pensamientos, ideas o sentimientos, valorar a cada uno y promover intercambio lingüístico entre niños” (1996; p.p. 77). El movimiento, los gestos y la expresión facial son también importantes para la comunicación con los niños, la educadora es un modelo de habla importante para los niños. La educadora debe reconocer las fallas y fortalezas de su quehacer educativo a través del proceso de autoevaluación, que le permitirá mejorar las practicas educativas en su labor docente cotidiano, Joan Dean nos dice: “Para ser un buen maestro hay que ser consiente de sus propias fortalezas y limitaciones, así como el estilo de enseñanza preferente” (1998; p.p.23)
            Es importante también que la educadora considere el juego como recurso o herramienta de aprendizaje. El juego es importante para el desarrollo de las actividades, es liberador y una estrategia donde los niños se divierten al mismo tiempo que aprenden. Galleano Ortega dice: “La actividad lúdica proporciona bienestar y placer, genera en el niño descubrimientos, desarrolla habilidades, promueve aprendizajes y favorece la socialización” (1998; p.p. 102).
             Durante el desarrollo de sus actividades puede incluir piezas musicales que pueden servir para estimular la imaginación y creatividad en el niño, ya que la educación musical proporciona la adquisición de capacidades básicas como la escucha, la atención, la seguridad, y promueve la autonomía. Carlos Gianni menciona: “El lenguaje musical es muy completo y permite combinar y desarrollar muchas capacidades en los niños” (1998; p.p. 66).
            La relación que la educadora debe establecer con los padres de familia es fundamental en la escolaridad del niño, pues al haber una vinculación entre los contenidos abordados en clase y lo que se le enseña al niño en casa habrá una congruencia en los aprendizajes del niño. La educadora tiene la responsabilidad de hacer que los padres conozcan su trabajo y sus metas, compartir con ellos las experiencias de los niños; Concepción Blanco menciona que se debe involucrar a los padres en la organización de actividades donde puedan intervenir para sentirse parte del aprendizaje de sus hijos y sean tomados en cuenta (1999; p.p. 63). Por su parte, las familias tienen el derecho a interesarse por el proceso educativo que siguen sus hijos en las escuelas, e interesarse a participar en el. Serafín Antúnez menciona: “Los maestros compartimos el compromiso, junto con las familias de educar a los niños, y este hecho reclama el conocimiento mutuo y la complementariedad de nuestras actuaciones” (1997; p.p.38).

Los Niños
Los niños son distintos unos de otros y responden a estados de madurez, habilidades personales, intereses y limitaciones distintas. Han desarrollado ideas propias sobre el mundo que se modificarán por su experiencia dentro y fuera de la escuela. Durante los primeros años el crecimiento personal es my rápido y puede ser desigual de un niño a otro, lo cual implica que las expectativas grupales a estas edades solo pueden referirse a ciertos comportamientos sociales, por ejemplo: la interiorización de reglas y valores y la convivencia respecto al desarrollo grupal, pero en el terreno de las adquisiciones de áreas particulares prevalecerán las variaciones individuales. Las características físicas de los niños tendrán un efecto emergente en su personalidad, por ejemplo: un niño que se desarrolla pronto, tendrá ventajas en cuanto a la posibilidad de hacer más cosas.
            La etapa preescolar proporciona al niño gran variedad de experiencias y aprendizajes que le permitirán la construcción de una personalidad educativa y los adentrará en el proceso educativo, por lo cual es necesario que adquiera una formación integral, donde desarrollen capacidades, destrezas, habilidades y conocimientos físicos, sociales, cognitivos y afectivos al mismo tiempo. 
            Para los niños los altibajos son serios, son la materia de su vida; las relaciones que establecen con sus compañeros se desarrolla por etapas, primero vienen los contactos iniciales, luego el desarrollo en profundidad donde los sentimientos de amistad son poderosos, pues a esa edad la amistad es una necesidad; son muy sensibles a la autenticidad y a la franqueza de toda evaluación o crítica; Dorothy Cohen menciona: “Los niños sienten cuando se les está tolerando, cuando sus esfuerzos son causa de exagerado elogio o indiferencia, pero también saben cuando se les elogia sin motivo, ellos evalúan su trabajo” (1998; p.p. 105).
            El desarrollo del lenguaje es primordial en los niños pues conforma el instrumento de comunicación más importante. En los primeros años de vida el desarrollo del lenguaje y razonamiento es sustancial; en primera instancia el niño se ve influido por su entorno familiar, habrá observado algunas conductas de sus padres y adoptado el vocabulario y estructura que emplean en su comunicación. La mayoría han aprendido el lenguaje requiriéndolo para expresar necesidades, ideas y pensamiento Joan Dean: “Casi todos los niños tienen un vocabulario de 2000 palabras y van adquiriendo un conocimiento del lenguaje tal como se emplea en su entorno doméstico” (1998; p.p.21) 
            Por otra parte, el desempeño escolar que muestran los niños está relacionado con la posición que el hijo ocupa en su familia, el nivel socioeconómico, la profesión o empleo de los padres y el tiempo dedicado a la escolaridad. Se encuentran en una etapa de imitación donde las conductas que presentan son adquiridas a partir de un modelo que, en general, suele provenir de los adultos con los que convive frecuentemente, pero que a parir de ello, tiene que aprender a regular su conducta e interiorizar reglas para la convivencia con los demás; López menciona: “El niño tiene que aprender numerosas habilidades  sociales, que le son exigidas desde los primeros años de vida; normas, hábitos sociales y el adecuado control de la conducta” (1995; p.p. 106). 
            Los gustos e intereses de los niños responden a actividades de juego, donde estén en movimiento y libre exploración, pues se encuentran en una etapa de asombro y descubrimientos constantes; las tareas lúdicas les proporcionan bienestar y se mantienen interesados y alegres durante éstas; Galleano Ortega dice: “La actividad lúdica proporciona bienestar y placer” (1998; p.p. 102). 
A manera de conclusión:
Los años preescolares son importantes para el desarrollo del niño, es durante este periodo donde experimenta cambios y las experiencias que obtiene son cruciales para su vida, se encuentra en una etapa de constante asombro y aprendizajes y las vivencias cobran especial significado pues no las repetirá en ninguna otra etapa de su existencia; por ello es importante la labor del jardín de niños, como institución que garantice la promoción de conocimientos, habilidades, capacidades y actitudes en el desarrollo integral del niño, el jardín es un lugar donde los niños se divierten y olvidan los problemas de casa. La labor docente cobra significado, pues en ella recaen las responsabilidades y retos que debe superar en su labor cotidiana dentro de las aulas; apoyándose de la participación de los padres de familia en el proceso educativo de sus hijos. 
Referencias Bibliográficas: 
Antúnez, Serafín en “Relaciones entre los Padres de Familia y el Jardín de Niños”  (1997; p.p. 35-39).
Blanco, Concepción en “Los Materiales en el Jardín de Niños” (1998; p.p. 62-68).
Cohen, Doroty en “El Jardín de Niños y los Padres” (1998; p.p. 103-112)
Dean, Joan en “El Rol del Maestro” (1998; p.p. 21-27).
Dean, Joan en “La Organización del Aprendizaje en la Educación Primaria” (1993; p.p. 62-68).
Galleano Ortega, José Luis en “Los Materiales Didácticos; criterios para su selección” (1998; p.p.102-108).
Gonzales Cuberes en “Corte, Fractura, Articulación, Continuidad... y la Enseñanza del Lenguaje” (1996; p.p. 72-78).

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